sábado, 31 de octubre de 2015

El Centro Atómico Bariloche trabaja en el desarrollo de celdas de combustible

La investigadora Adriana Serquis, que en 2014 recibió el Premio L'Oréal-Unesco para Mujeres en la Ciencia por su trabajo en “Técnicas avanzadas de Caracterización de Materiales para Energías Limpias”, dialogó con Mi Club Tecnológico sobre el potencial del trabajo que realiza su equipo.


El uso racional de la energía eléctrica lleva a maximizar el aprovechamiento de los recursos naturales que en la actualidad comienzan a escasear en todo el mundo. La población y el consumo crece a gran velocidad generando la saturación de las líneas de distribución y los riesgos de desabastecimiento eléctrico, por tal motivo se estimula el uso racional de la energía y la utilización de energías renovables.

Con ese abordaje, la doctora en física Adriana Serquis se desempeña en el Centro Atómico Bariloche de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CAB-CNEA). Desde allí asegura: “Hace varios años que trabajamos en distintas líneas de investigación. El foco está puesto en optimizar diferentes tipos de materiales para que los dispositivos conocidos como celdas de combustible conviertan el hidrógeno y el oxígeno. De ese modo pueden utilizarse como energía eléctrica”.

Las celdas de combustible de óxido sólido (SOFC) son dispositivos electroquímicos capaces de transformar energía química en eléctrica con un alto rendimiento y una amplia versatilidad de combustibles. Funcionan como una batería que trabaja en forma continua siempre que se suministre el combustible (que puede ser hidrógeno, y en ese caso sólo genera agua, o puede ser algún hidrocarburo como el gas natural).

El equipo que lidera Serquis trabaja con el propósito que las celdas de combustible conviertan energía química en eléctrica. “La eficiencia de conversión de estos dispositivos, que trabajan con hidrógeno o gas natural, es la mayor que se haya logrado”, asegura. Y detalla: “Se trata de celdas planas que tienen tres elementos: un cátodo, un ánodo (los electrodos) y un electrolito. El proyecto intenta caracterizar los materiales y su envejecimiento; es decir, probar la viabilidad de estas celdas de ser usadas cinco o diez años sin degradarse, algo que es bastante difícil”.

“Es un proyecto a largo plazo -afirma Serquis- continuamos investigando sobre celdas de combustible, ya que cualquier tipo de investigación conlleva muchos años consolidarla y conseguir el equipamiento necesario para transferirlo a la industria. Son períodos muy largos y la difusión es fundamental, por eso participamos de ferias de ciencia. Trabajamos en dar a conocer nuestra labor a la sociedad y fortalecer los mecanismos de caracterización”.

Acerca de su aplicación, declara: “Existen prototipos en muchos lugares del mundo: viviendas, estacionamientos, lanchas. Estas son aplicaciones a nivel experimental, todavía no existe un uso masivo y eso tiene que ver con el factor socioeconómico: para lograr la escala masiva es necesario el incentivo ya que por ahora los costos son más altos que en la energía convencional”.

Desde el punto de vista ambiental también sería muy beneficioso implementar este tipo de energía. “Los dispositivos son altamente eficientes y ofrecen una tecnología limpia, no contaminante. De esa manera mejoran la eficiencia de los sistemas eléctricos”, asegura Serquis.

Asimismo, detalla su trabajo en relación a la nanotecnología: “Contamos con un equipo para caracterizar partículas muy pequeñas. Trabajamos en el orden de los nanómetros, varias técnicas de la química nos han permitido trabajar un poco mejor este tipo de tamaños que nos facilitan la optimización. Es necesario seguir innovando, siempre estamos en contacto con gente del exterior”.